martes, 17 de diciembre de 2013

Un Sweetest Goodbye a la gira de L.A.


 

L.A. puso fin el pasado día 14 a la gira de su último disco, Dualize, sin duda uno de los mejores trabajos salidos de España en los últimos tiempos. Los finales de gira son siempre especiales, primero porque sabes que el artista va a darlo todo más si cabe, y segundo porque a la emoción se le une cierto sentimiento de nostalgia, de pena, porque un fin de gira también significa el final de una etapa. Y si la etapa se llama Dualize, ese sentimiento está más que justificado. La madrileña sala La Riviera recibirá los honores de ser el lugar donde todo esto aconteció, y es que pocos sitios mejores hay en Madrid y en España para acabar gira. Aunque según parece los planes de la banda no acaban aquí, y tratarán de hacerse hueco en la escena norteamericana.





Con La Riviera llena, se encendieron los focos y Luis Albert y su banda salieron a darlo todo. Abrieron con 'Drama', quizás un guiño irónico a la noche que se avecinaba. 'Perfect Combination', 'Crystal Clear', 'Under Radar' y 'Dualize' siguieron al tema de apertura. Sorprende ver cómo hoy en día unos temas tan rockeros, tan puros, cantados a viva voz, consiguen congregar a tanto público, un público que habitualmente suele estar encorsetado en conciertos pop. Quizás sea esa misma la clave, la magnífica interpretación del estilo que hacen, lo que les diferencie y haga ser únicos. 'Oh, Why?' y 'Mirrorball' sirvieron de ancla ante un público que se venía arriba, otorgando paz y tranquilidad en un momento en los que las piernas de más de uno y de dos lo necesitaban. En 'Mirrorball' pudimos comprobar el poderío vocal de Luis Albert, cuya paleta de sonidos, en ocasiones, parece no tener fin. 'Getting Older' y 'Over and Over' continuaron la fiesta y fueron el preludio de un momento muy especial en la noche, cuando Lluis Albert cogió una segunda batería (era el instrumento que él tocaba), y desató al público con 'Close to You' en un épico enfrentamiento con Dimas, baterista de la banda. 'In the Meadow' y 'Microphones and Medicines' pusieron fin a la primera parte de la noche.

La banda abandonó el escenario, y a la vuelta solo estaba Luis Albert, que nos deleitó a todos con un delicioso acústico, algo que ninguno de los allí presentes podíamos imaginar: ¡un acústico en La Riviera! El primer tema en sonar fue 'Girl' de The Beatles, que sirvió también como puente para que supiésemos porqué la banda canta en inglés y no en español. Tras Girl, y de forma premeditada sonó 'Elisabeth', el nombre de la chica... un tema que en acústico derrite a cualquiera y que buena parte de la sala coreó. Tras este impás, salió la banda a apoyar a su líder, y sonaron 'Sweetest Goodbye', 'Pictures on the Wall', 'Hanging on a Wire' y 'Leading Role'. Al final de esta, y por sorpresa, apareció Martí Perarnau, de Mucho, que tomó sitio a los teclados y completó junto a L.A. el tema 'After All' que pondría final al concierto. La gente quería más y más, y llegaron los “encores”, y sí, escribo en plural porque allí nadie quería que eso se acabara y la banda se vio obligada a salir dos veces para tratar de satisfacer a un público entregado y que solo quería que aquello no acabase nunca.
Nuevo enfrentamiento épico en las baterías, esta vez con 'Hands' como escenario, Luis Albert y los suyos habían salido al escenario a acabar con Dualize a lo grande, divirtiéndose ellos también, disfrutando, y vaya si lo hicieron. Tras Hands llegó 'Rebel', ese tema tan rockero y que hace honor a su nombre, con un ritmo del que nadie puede escapar y que te obliga a moverte quieras o no. Y por desgracia (y digo desgracia porque es el tema con el que cierran siempre) la siguiente canción fue 'Outsiders', de ritmo trepidante, con esa guitarras afiladas que la hacen tan especial y que suponen que salgas del concierto de subidón. L.A. al final supo premiar a su público y cerró con un segundo bis compuesto por dos versiones, la primera del tema de Cyndi Lauper, 'Girls Just Wanna Have Fun', y la segunda y última 'Wicked Game' de Chris Isaak.


Saliendo de la sala no existía sensación de tristeza, todos sabíamos que habíamos acudido a uno de los mejores conciertos de nuestra vida, lleno de energía, de sorpresas y de diversión. L.A. había saciado nuestras ganas de música, de rock, pero es hoy, cuando uno recuerda el concierto y lo describe, cuando se da cuenta de que pasará un tiempo hasta que esa sensación de felicidad vuelva, y es inevitable sentir que quizás momentos como aquellos serán irrepetibles.

Daniel Encinas.

Desde aquí agradecemos a nuestro medio amigo El Ukelele su colaboración en esta crónica.

Aquí tenéis una pequeña galería, gracias a Ira Carreira por las mismas:

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